Shhh…

Hay un desajuste en la naturaleza. Hace unas semanas desperté con el canto de los pájaros y creí que ya era hora de levantarse, las 5 a.m. quizá, pero eran apenas las 3:40 a.m.

El silencio es una característica del tiempo bastante interesante. El tiempo, como lo medimos, es una linea con un principio y un fin. Científicamente se tiene un cálculo del principio pero no del fin, y en esta simple forma de entender porqué los días pasan uno tras otro buscamos darle sentido a la vida misma. En esta vida, el silencio es socialmente aceptable para ocasiones particulares, y fuera de eso tratado como un intruso que no debiera estar presente a menos que tenga un propósito como dormir, un velorio, un minuto de silencio.

Sin embargo, el silencio es aquello que hace un puente entre un momento y otro. El silencio es bastante agradable, somnífero, dulce, pasivo, pero inmisericorde. El silencio es como un hoyo negro, se traga el tiempo, la luz, y todo aquello que pase cerca de él. El silencio está ahí, siempre, generalmente en pausa pero como una nota discordante sonando sin sentido al primer descuido.

Llegará el momento que el silencio domine el tiempo, el espacio, la vista y el habla; dictará al oído lo que debe escuchar y al mismo tiempo buscará no interrumpir.

Quizá ya es ese momento, quizá ya fue, quizá será.

Guardemos silencio, aguardemos su llegada y no digamos más.

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