Abrí la puerta corrediza y una brisa helada me avisó que mi estancia no sería tan agradable, y salí. Había unas voces al fondo de la Villa, entre risas y no sé que más vociferaban los vecinos. Un par de vecinas paseaban junto a sus perros y en el fondo de mi mente Chuchito dejó de ser una preocupación. La cámara hizo su ruido al abrir obturador y yo empecé a contar los segundos mientras titiritaba de frío.
Una tras otra las fotos salían mal, con mucha luz o con poca, las nubes barridas y reflejando la contaminación de luz y por supuesto, no podía esperar algo diferente si tomo fotos nocturnas unas noches cada año. Pero de a poco recordé lo aprendido en años anteriores y fueron saliendo mejores fotos. Cambié una lente por otra, y otra, volví a la segunda y de nuevo a la tercera. Unos ajustes más, y el frío no dejó de recordarme que es Diciembre, que vivo a 2700msn y que en un tercer piso el viento sopla con mayor facilidad que en planta baja.
No encontré la toma perfecta, entre las nubes, la luz y el frío no encontré motivos para continuar intentándolo, porque realmente lo que quería era alejarme de la ciudad y concentrarme en la inmensidad de la naturaleza. Al final, me distraje lo suficiente para olvidarme de esas cosas que simplemente me tienen molesto 24×7, la vida en general por supuesto, por si se lo preguntaban y por si acaso no lo sabían.
Es complicado callar el cerebro, ignorar lo que mis oídos oyen y cerrar mis ojos y criterio a la vida diaria. ¿Así inician los neuróticos? ¿Frustrados porque su mente todo lo ve mal y en todos encuentran errores? ¿Rendidos ante el hartazgo propio de la existencia?
Entre la interminable lista de piedras en mis zapatos encuentro también un vacío enorme donde en algún momento se encontraba la paciencia, la disposición y el interés por ser de ayuda hacia los demás. Pero estoy cansado, agotado, exhausto y frustrado. ¿Acaso hay algo bueno, mejor, en mi que sea de beneficio a otros? ¿No será que mi locura me ha llevado a creer que el estilo de vida actual de la sociedad está en decadencia y a nadie parece importarle? ¿Hemos llegado al umbral de las convenciones sociales y nos precipitamos en picada hacia la ignorancia colectiva y el latente riesgo de una turba enardecida que ha despreciado por completo el derecho de análisis y empatía? ¿Acaso el mundo es lo que veo?
Interrumpido por la sugerencia de una bebida caliente ante el inmisericorde viento helado y el paso de las nubes que estropean mi objetivo de fotografiar estrellas encuentro un espacio, sin nubes, claro, y el viento cede y los ajustes de ISO, tiempo y apertura del diafragma me permiten hacer un par de fotos, que parecen ideales, perfectas, hermosas… y al hacer zoom encuentro un barrido de luz.
Al final, la ironía se hace presente en mi día, me muestra con innegable razón y enervante petulancia que al final de todo, nada es para siempre, y todo es imperfecto si lo miramos lo suficientemente de cerca, aunque hagamos todo lo que podamos por obtener el mejor resultado, como mis fotos y estos pensamientos que no me dejan dormir y me despiertan temprano.